Tres monólogos

En la Sala Cabrujas de Cultura Chacao, Xiomara Moreno Producciones presenta Herejes y grotescos, con texto y dirección de Javier Moreno.

El montaje incluye tres monólogos de historias donde ocurren situaciones grotescas y donde la fe es vista de una manera distinta a la tradición católica. El primero es Salmo Negro, donde Rafael, un peón de la novela Viaje a amanecer de Mariano Picón Salas, cuenta la forma en que perdió un dedo y salvó su vida gracias a un rezo que le enseñó su madre. El segundo es El juez y los nudos, basado en dos cuentos de Oscar Guaramato, en el que un soldado cuenta la muerte de un juez intolerante y el ritual que tuvo que realizar para facilitar la huida del homicida. El último es Matasantos, adaptación de uno de los cuentos grotescos de José Rafael Pocaterra, en el que un agricultor cobra venganza con la figura de los santos por el destino que sufre su hija invidente.

La dirección propone dos espacios para la representación: el primero aprovecha la ambientación externa de la sala donde Rafael de Salmo negro relata su historia rodeado de vegetación y usa los diferentes niveles del lugar mientras va recreando cada situación. Luego, en la propia sala, la distribución bifrontal del público facilita los desplazamientos laterales que permiten construir las historias de los dos monólogos restantes. Los elementos escénicos son mínimos, al igual que el diseño lumínico es ajustado. La música de Malden Horvat apoya la atmósfera de cada relato.

En las tres propuestas, la labor se centra en la capacidad vocal y corporal del actor para contar las historias, interpretar el personaje que representa y asumir las pequeñas intervenciones de otros personajes que complementan el argumento. En este sentido, el trabajo de Manuel Barreto como Rafael en Salmo negro es sincero y posee fuerza, sin embargo mantiene un mismo tono en casi toda la representación y existen dudas por momentos a la hora de decir el texto. Sucede de igual forma cuando asume el rol de Juliano en Matasantos, pero en este caso el manejo de los matices es más complicado por el lenguaje del texto y la dudas pueden desconectar al público. Se requiere más precisión en este trabajo. Pese a todo esto, las premisas de ambas tramas se transmiten cabalmente. Por su parte, José Gregorio Abreu como el Soldado Raso en El juez y los nudos, consigue una actuación convincente y cargada de intensidad. La labor vocal y la expresividad corporal que muestra están bien llevadas, logrando buen ritmo de principio a fin.

En definitiva, un montaje que se aprecia por el manejo del lenguaje y el trabajo de dirección que recrea adecuadamente cada historia.

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