Exiliados de la memoria

En la Sala José Ignacio Cabrujas de Cultura Chacao, Producciones Con los pies en la tablas presenta Nuestra Señora de las nubes, texto original de Arístides Vargas, producción de Indira Jiménez, versión y dirección de Luis Bernal.

Bruna y Oscar son dos exiliados que recuerdan con nostalgia a Nuestra Señora de las nubes, su país. En sucesivos encuentros, durante los que deben hacer memoria para reconocerse de nuevo, representan historias de los habitantes de su tierra para conectarse con un sitio al que ya no pertenecen.

El texto sigue la línea poética de este dramaturgo en la que los actores interpretan varios personajes a la par de una trama central. El país llamado “Nuestra Señora de las nubes” simboliza un sitio que no tiene asidero, un estado mental de algo que se evoca. Representa la condición de los exiliados que van perdiendo la memoria del lugar al que pertenecían y los recuerdos se convierten en un recreación de lo vivido porque no se pueden reconstruir.

La dirección trabaja con el espacio vacío que va cambiando con el uso de dos maletas grandes y elementos de utilería que los actores sacan de ellas. Esta estética, que forma parte del diseño de escenografía y asesoría de Armando Zullo, revela la teatralidad y se corresponde con la forma en que los recuerdos van apareciendo en el texto. Por su parte, el vestuario de Efrén Rojas ofrece un estilo realista en los protagonistas y da rasgos simbolistas a los otros personajes, mientras que el equipamiento de la sala limita el diseño de iluminación de José Pérez.

Además, el director crea una planta de movimientos que resuelve el contenido lírico del texto y ofrece variedad en cada situación. Sin embargo, todavía hay que ajustar el ritmo en las escenas finales y, en especial, en las pausas entre las escenas. Los cambios de ambientación y de vestuario se hacen más lentos con el transcurrir de la representación, lo que perjudica el sentido y la fuerza del desenlace.

Las actuaciones se perciben correctas pese a las dificultades de interpretar varios roles pequeños. Alma Blanco como Bruna es pertinente en sus matices y ofrece una energía e intención distinta en cada papel. Luis Bernal como Oscar es veraz en la forma sosegada de asumir el rol. Por momentos, debe controlar la tensión que muestra para que los cambios entre un personaje y otro fluyan mejor.  Ambos, deben cuidar un poco la dicción en las escenas que requieren mayor velocidad en el decir. 

En conclusión, un trabajo cabal y honesto que refleja los sentimientos de quienes han tenido que abandonar su patria y de aquellos que, por diferentes razones, podrían sentirse exiliados en su propio país.

Función: 15 de Julio de 2012

Casting a la fuerza

En la Sala experimental del Centro Cultural BOD-Corpbanca, el Centro de Directores para el Nuevo Teatro presenta Casting express, escrita y producida por Marcos Purroy, y dirigida por Daniel Uribe.

La obra trata del secuestro a Sonia Ibarra, una reconocida actriz de televisión, por parte de Charly Boom, un extra. Apoyado por Lucy Reynolds, su novia, el secuestrador le presenta un casting a la víctima con la intención de demostrar sus habilidades histriónicas y, así, conseguir que lo contrate para un papel importante, pero todo se resuelve con un juego de mentiras y traiciones a favor del rating televisivo.

El argumento toca temas del negocio del espectáculo, como la actriz de trayectoria que desea mantener su carrera, los extras que buscan la fama a toda costa y la cadena televisiva que desea conseguir el rating sea como sea. Además, ofrece guiños a tópicos más bajos pero comunes en esta industria: el artista reconocido de edad madura que se acuesta con jóvenes, las infidelidades entre parejas del mismo medio o los productores que ofrecen trabajo a cambio de sexo.

El texto está bien construido en la estructura clásica del teatro: unidad de acción, de lugar y de tiempo. La acción corresponde al casting y su desarrollo, el lugar es el sótano de la casa en la que vive Charly y el tiempo se desenvuelve de forma lineal con algunas pausas.

La dirección maneja una estética realista que se aprecia en la resolución de las situaciones, aunque agrega innecesariamente una coreografía y una canción que no aportan nada a la trama. La ambientación está representada por el sótano decorado con elementos que recuerdan a los musicales norteamericanos. De igual manera, esto se observa en el vestuario que le da un estilo de elegancia a Sonia, Charly refleja la forma de vestir de Chaplin y Lucy está vestida más juvenil.

En la actuaciones, se destaca Wilfredo Cisneros como Charly porque demuestra un buen manejo de la voz y el cuerpo. Siempre mantiene la intensidad y veracidad sin desaprovechar los estados de perturbación y franqueza por los que pasa el personaje. Por su parte, Sonia es interpretada de forma cabal por Julie Restifo. Ella mantiene el equilibrio entre el miedo del secuestro y la molestia que le produce hasta que revela su verdadero ser: la vanidad. Por último, Josette Vidal como Lucy se percibe correcta en la corporalidad y enérgica en el decir pero debe ajustar esa fuerza a las intenciones del personaje. No es solamente decir el texto con fuerza, sino acompañarlo del matiz ideal sin exagerar. 

En definitiva, una comedia de final agridulce que da a conocer una parte del llamado “show business” local.

Función: 6 de Julio de 2012

Rostros de la vejez y la mediocridad

En la Sala de teatro 2 del CELARG, la agrupación Artgnosis presenta Por la cara, texto del griego Giorgos Dialegménos, producción de Karla Fermín y dirección de Costa Palamides.

El argumento trata de una actriz retirada que vive con su hermana y pasa el día comentando sobre sus recuerdos y la rutina que vive hasta que se le presenta la oportunidad de trabajar en un comercial de televisión. Una historia que, a primera vista, parece sencilla pero que posee un trasfondo más amplio.

La trama se adapta al entorno venezolano sin cambiar su esencia. Dividida en tres actos, al principio trata sobre la rutina de la vejez y la terrible pérdida de la memoria que conlleva. Las dos hermanas recuerdan su vida pasada, sus conflictos y lidian con otro hermano cuyo pensamiento se ha degradado. Luego, la ilusión de participar en el comercial les cambia la rutina pero la mediocridad del director de televisión y su incapacidad de darse cuenta de esto augura un final desastroso. Este pronóstico adquiere más fuerza con la presencia del otro protagonista del comercial, vestido de forma patética como Santa Claus y cuyo pasado sale a la luz. El sueño frustrado y la vuelta a la rutina son los temas del final.

La dirección realiza una puesta en escena realista enmarcada en una escenografía sencilla conformada por un gran estante al fondo, dos sillas y dos mesas pequeñas ubicadas ambos lados del escenario. El primer acto, sin conflicto aparente, se desarrolla poco a poco aunque podría poseer más ritmo en la discusión de las hermanas y, de esta manera, tener correspondencia con el segundo acto en el que todo fluye mejor. El desenlace mantiene el tono justo. Por otro lado, la propuesta de iluminación podría ser más demostrativa de las situaciones.

Las actuaciones están equilibradas. Nirma Pietro y Norma Monasterios como Susana y Teodora Rodríguez, las hermanas, se perciben honestas. Asimismo, ocurre con los trabajos veraces de Ludwig Pineda como Germán Cardona, el director, y Adolfo Nittoli como Lucas. Los acompaña la labor pertinente de Karla Fermín en su pequeño rol de Sofía, asistente del director. Destaco la presencia del maestro Gonzalo J. Camacho que realiza una interpretación sutil y cabal de Basilio Rodríguez, el hermano que ha perdido la memoria.

El título del texto alude a la razón por la que el director del comercial escogió a sus protagonistas: por su cara. Los rostros ofrecen las primeras impresiones de las personas, pero muchas veces no reflejan sus secretos. En este trabajo, aparecen rostros de la vejez y la mediocridad, semblantes que están muy presentes con acentos diferentes en la realidad venezolana.

Función: 30 de Junio de 2012

Relaciones al límite y textos irrespetados

En el Teatro Trasnocho, el Grupo Actoral 80 presenta Una lluvia constante, texto de Keith Huff y dirección de Héctor Manrique, y Mimi Lazo Producciones exhibe High (Alto), escrita por Matthew Lombardo y dirigida por Luis Fernández.

Ambos textos de autores norteamericanos tratan sobre las relaciones humanas llevadas al límite y con consecuencias fatales para uno de sus protagonistas. El primero pone en escena a dos policías cuyo sentido de la amistad es la agresión y la traición. El segundo trata de la fe y la adicción cuando una monja intenta ayudar al sobrino de un cura.

En Una lluvia constante, el director escenifica cabalmente los relatos de los policías enmarcados en una escenografía que refleja la decadencia de sus vidas, aunque Héctor Manrique e Iván Tamayo lucen repetitivos de sus anteriores trabajos actorales. Tamayo mantiene un mismo tono y propone una intensidad que surge de forma inverosímil. Manrique da mayor variedad a los matices del personaje pero rompe los momentos dramáticos con gestos e improvisaciones que llevan innecesariamente a la comedia. La tensión del conflicto debe ir aumentando con la trama pero ambos se muestran tan intensos desde el principio que no permiten que esto suceda.

En High, se propone una escenografía minimalista y simbólica que se aprovecha en todos sus espacios y contrasta con lo degradante de la historia, si bien el desplazamiento actoral es muy básico y poco significante. En las actuaciones, Carlota Sosa luce desconcentrada y imprecisa en el texto, además de conectarse de forma externa con los sentimientos del personaje. Luis Fernández maneja mejor las intenciones, aunque se ubica repetidamente de espaldas al público e injustificadamente asume el rol de asistente de escena porque arregla y organiza todos los elementos de escenografía y utilería durante la representación. Christian McGaffney ofrece un interesante trabajo vocal y corporal que daña cuando se enajena y grita sin que nada de lo que dice se entienda. 

Lo más preocupante de ambos montajes es que adolecen de un respeto hacia el texto original debido a que su estructura y progresión se rompe con lo que, en el medio teatral, se denomina “morcillear”. Este término se refiere a las frases que buscan la risa fácil del espectador y que se agregan sin justificación durante la representación. Por esto, me pregunto: ¿dónde queda la capacidad de un actor para ser preciso en su trabajo y respetar la creación de un dramaturgo? Que un personaje crezca a lo largo de una temporada no significa que se deba improvisar y dañar un texto, significa que hay una mayor conexión y entendimiento del rol.

Funciones: 24 de Junio de 2012, ambos montajes.